martes, 26 de septiembre de 2017

Isla de Ons

Tan cerca y a la vez tan lejos, llevo por aquí, en la provincia de Pontevedra más de media vida y sin embargo, unas islas, tan cercanas, apenas fueron visitadas por mi, las islas Cies un par de veces la isla de Ons nunca. Otras del Parque Nacional Islas Atlánticas, salvo que surja algún amigo con barco raro será, pero estas dos: Cies y Ons están bien comunicadas con tierra firme, tan comunicadas que hasta las navieras que realizan el transporte de personas parece que infringen ultimamente la ley llevando a más personas de las debidas a Cies dadas sus particularidades como parque nacional. Ons está habitada, y sin embargo... tan lejos.

Paradas de la vida: un centollo muerto justo donde está protegido de los pescadores, no deja sin embargo de mostrarnos la riqueza de las aguas atlánticas.
Las Islas Atlánticas, básicamente Ons y Cies, aunque también las conformen otras islas menores como Sálvora, Onza, etc. tuvieron su época dorada allá por los años ochenta, ahí está aquella canción de los vigueses Siniestro Total para atestiguarlo: matar hippies en las Cies

Pasaron los años ochenta, las leyes empezaron a prohibir muchas cosas que se habían tomado por sintoma de libertad y que según los legisladores eran más bien libertinaje y empezaron a tomarse medidas para revalorizar y tratar de conservar este patrimonio atlántico que disfrutamos en Galicia, aunque es posible que lo disfruten más los de fuera, al fin y al cabo, nosotros, como las tenemos ahí, a un paso, siempre podremos ir y... no vamos, los de fuera llegan para eso, para ir a Cíes a disfrutar de esa que dijo The Guardian es la mejor playa del mundo (santa borrachera debía de tener el inglés) o de la tranquilidad y aún cultura etnográfica (lamentablemente cada vez menos) que nos brinda Ons.

Horreo en la isla de Ons

Los hippies acudían a estas islas supongo que por una par de razones muy elementales: no había vigilancia policial se podían fumar porros y hacer lo que a uno le diese la gana hasta reventar y no había que pagar por acampar, el suministro de agua era mínimo y comida se llevaba de casa para unos días, en Ons, al estar habitada, incluso podía comprarse in situ a precio razonable, como en tierra más o menos. Pero... llegó el gobierno y se terminó la diversión, la Xunta puso vigilancia, estableció un campismo controlado, con agua corriente, electricidad y pagado, además de eso pusieron vigilancia en forma de agentes forestales que en caso necesario son reforzados por la guardia civil del mar. 
Se terminó el sarao, empezó a conservarse el entorno isleño y los hippies desaparecieron como habían llegado, puede quedar algún atisbo romántico de ellos en algún turista que las visita con su pantalón floreado o en algún artesano que en Ons tiene su puesto de abalorios o similar, lo demás puro recuerdo de otros que precedieron a este viajero y te lo cuentan como algo anecdótico, y no siempre beneficioso para las islas, de una época que a lo mejor para algunos tuvo su encanto y diversión, para otros no fue más que una tabarra. Con la creación del Parque Nacional Islas Atlánticas además se limitaron las visitas, especialmente a Cíes y pobre de ti si te sorprenden infringiendo leyes medioambientales, tan solo tirar una colilla al suelo o dar berridos en según que partes parece que puede ser motivo de infracción.

El viaje a Ons dura apenas media hora desde el puerto de Bueu y la meteorología a la partida no augura el mejor tiempo del mundo, aunque cuentan quienes saben, que la meteorología en esta isla, expuesta a los caprichos del gran océano Atlántico es cambiante, que lo mismo te puedes despertar con sol a la mañana y a la noche sufrir una tormenta de esas contundentes. Aprovechamos el rato en Bueu mientras nos llega el barco para hacer alguna que otra compra de última hora, comer algo y ya puestos y como hay tiempo, para visitar el museo Massó, que nos ilustra bastante bien sobre la antaño  rentable industria de la caza de ballenas en Galicia y también sobre la importancia, actual, de la industria conservera en Galicia.


Saliendo de Bueu, el cielo amenaza tormenta

Poco después de abandonar el museo estamos en el barco que nos lleva a Ons, viajamos nosostros dos y otra pareja, acompañados de la tripulación, se ve que hay menos viajeros deseando visitar Ons que las mucho más populares y demandadas Cíes, de maravilla, no está mal eso de que dos parejas realicen un crucero por el Atlántico asistidos por una tripulación la mar de competente en un buen barco, lástima que el crucero solo es de media hora. 


Entre bateas de mejillón, dejando Bueu atrás

No da reparo ninguno viajar en tan segura embarcación, además de una tripulación competente y amable se nota que toman todas las medidas posibles para que el barco navegue con absoluta garantía de seguridad:


Por si acaso, que dicen por aquí que habelas hainas.

En Ons no hay forma de disponer de coches ni vehículos, según me dice Rosa, mi pareja, antaño había algún pequeño tractor de algún isleño que previo pago te subía los petates a la zona de acampada, pero bueno, que no es mayor problema, que a pesar de lo leido en algunas páginas de internet donde la gente se lamenta de que el acceso al camping sea "realmente duro" y que habría que hacerlo más llevadero llegaremos bien al camping a pesar de que vamos realmente cargados, tan cargados que gracias a la ayuda de la tripulación del barco de pasaje pude salir de él sin un traspies que me llevase al agua.


Con la casa a cuestas por Ons

El señor del tractor, u otro, da igual, sigue allí cuando desembarcamos, no es un tractor, es un tractorcillo de esos que por aquí llamamos chimpín y por otros lugares de España mula mecánica, se ve que a cambio de unos euros te lleva el equipaje a donde desees. Estoy por la labor de probar la terrible dureza de esa subida al camping que comentan por Internet, no se cuanto pesa la mochíla, equipo fotográfico incluido, creo que bastante, así que vamos a la prueba. 
Tras pedir alguna información y un mapa de la isla en el punto de información al final del puerto de Ons pasamos las primeras casas del pueblo, donde están dos de los bares de la isla también compramos alguna vitualla en el supermercado, después atravesamos en un corto trayecto las primeras casas de Ons que están junto al embarcadero. Por la izquierda del tercer Bar de la isla, O Pirata, hay unos chavales intentando subir por una pendiente bastante escarpada y no demasiado bien acondicionada, mi pareja cree recordar que por allí era un atajo pero parece un tanto empinado tal como vamos de cargados, así que decidimos ir por el camino, de momento asfaltado y señalizado, no vaya a ser que nos topemos con un resbalón y una mala caida o demos más vueltas que las que ahorremos, ya habrá tiempo de explorar.


La Isla de Ons desde el mirador de Fedorentos (punta sur).

Hemos salvado en un plazo de diez minutos escasos unos 120 metros de desnivel en poco más o menos de un kilómetro de distancia ¿Dónde diablos están los problemas de acceso al camping? No se, nos hacemos cábalas, suponemos que la gente está ya tan acostumbrada a no caminar, a tener medios de transporte para todo que cualquier esfuerzo, por mínimo que sea, se les vuelve un mundo, por otra parte se ve que algunos no quieren entender que en lugares como este hay que preservar unos mínimos de lo que éramos antaño, tanto por el bien del entorno como por el propio disfrute de los visitantes e incluso por el bien de los pocos vecinos que aún quedan en la isla. 
Seguro que si ponemos un elevador eléctrico tipo funicular desde el puerto al Cucorno (vértice geodésico de la isla de Ons), no pocos estarían encantados pero oye... las piernas son para caminar y la espalda para cargar, que es triste que hasta en el MontBlanc haya escaleras para que cuatro aficionados presuman de alpinistas.

Mostramos las reservas en el camping (se puede reservar barco y camping por Internet), donde los chavales que allí están currando nos orientan sobre un buen puñado de cosas interesantes para hacer, ver y saber en y sobre la isla. Montamos la tienda de campaña y también nos sirven de cenar un par de platos combinados que no están nada mal, ni de aspecto, ni de sabor, ni de precio. El lugar a priori parece inmejorable, las instalaciones del camping parecen estar bastante integradas en el entorno, es prácticamente todo madera y parece estar dispuesto para ser desmontado en cualquier momento, hay duchas, baños, tomas eléctricas para cada tienda, y un bar con una terraza orientada a tierra que es realmente paradisiaca, a maiores el personal parece muy dispuesto a ayudar y a colaborar con el viajero en todo lo que necesite y para rematar todo está impecable ¿qué más se puede pedir? Por pedir que no quede, pero claro, convendría tener en cuenta que nos encontramos en una isla, que en la isla aunque las distancias no sean considerables existen, que además es un parque nacional y que no está permitido que por ella anden, para arriba y para abajo, camiones de mercancías, tanto es así que los pocos vehículos que hay en la isla tienen bastante limitada su circulación, vamos, que si alguien va a Ons esperando encontrar un bufet a base de caviar ruso, ostras griegas y vinos franceses... pues oye, igual no, es posible que no haya elegido bien el lugar, en todo caso hay de todo, incluso licor café realmente bueno, para subsistir sin problema alguno salvo paladares exquisitos o gentes poco dadas al mínimo esfuerzo. Eso si, si alguien se quiere sentir el Dr. Livingston que deje su tienda en casa, el camping dispone de tiendas ya montadas en tres tamaños que la verdad, parecen sacadas de una película, además tienen en su interior un mobiliario básico y hasta cama con sábanas, vamos que te puedes sentir como Clark Gable, Ava Gardner y Grace Kelly  en Mogambo.


Faro de Ons, al fondo, pequeña y sobre el mar se atisba la isla de Sálvora

El camping, al estar en un alto y ahí, en medio del Atlántico, sin más protección que los acantilados del oeste y pocos árboles (algunos lamentablemente son eucaliptos, igual algún día nos libramos en toda Galicia de esa basura) resulta bastante aireado, no hubiese sido mala idea haberme abrigado más por la noche pero no lo hice, de buena mañana me despertó algo de frío, pude arreglarlo metiéndome dentro del saco pero preferí salir, aún con las estrellas en el cielo, a explorar un poco los alrededores del camping, según me dijeron los chavales del camping la construcción más importante de la isla: el faro, está allí a unos pasos, seguro que habrá paísajes hermosos o cualquier otra cosa interesante por descubrir, siempre hay algo interesante en un lugar desconocido.



Mintras paseo por los alrededores del faro, aprovechando para ver un poco la arquitectura tradicional de la isla en algunas casas que hay alrededor, no dejo de sorprenderme de la cantidad de excrementos de conejo que hay en los caminos, incluso ante mi presencia huyen un par de ellos, esquivos, a mi vista a refugiarse entre la maleza, principalmente aulagas (toxo en gallego), brezos y matorral bajo, también veo de cuando en cuando huras a pie de camino. Más tarde me entero de que los conejos, que se ve que llegaron antaño a la isla en alguna embarcación, o sabe alguno por ahí como, resultaron convertirse en plaga en alguna época (también fueron plaga en alguna ocasión las ratas), también hubo, dicen, abundancia de perdiz, cuando la isla estaba más habitada (llegó a tener aproximadamente medio millar habitantes), y buena parte de su superficie estaba sembrada de diversos cereales entre los cuales parece que había abundancia de centeno para hacer pan, la isla decreció en habitantes, los pocos que hay se dedican al sector turístico, servicios o son mayores y apenas se ve ya nada sembrado salvo en alguna que otra casa alguna pequeña huerta, desapareció el cereal y desaparecieron las perdices como desapareció el arao común atosigado por las gaviotas que comían sus huevos.
Los conejillos siguen por allí, y al parecer con mucha abundancia, normal, no tienen depredadores como el zorro, la caza lógicamente está prohibida aunque tampoco acabaría su abundancia, pero cavilo mientras camino que lo mejor de todo es que raramente, por su condición de isleños, les llegará la temida mixomatosis que creó allá en Francia el aciago Dr. Delille y que aún hoy afecta a la población de conejos de toda Europa, supongo que tampoco les afectará por la misma razón otras enfermedades como la neumonía hemorragicovírica. Supongo también que a lo mejor tienen como depredadores algún ave rapaz ocasional que pase por la isla, si los cormoranes van y vienen de tierra a aquí ¿por qué no va a hacerlo un ave rapaz? De hecho me encuentro un par de pellejos de conejo en algún lugar, puede que muriesen de muerte natural y las gaviotas aprovechasen o puede que haya algún ave rapaz.



La ensenada de Caniveliñas nos da una idea de la orografía del oeste de la isla de Ons

Tras mi paseo matutino vuelvo al camping a despertar a Rosa y nos metemos entre pecho y espalda un buen desayuno antes de dirigirnos a disfrutar del día a alguna de las playas de la isla, no tiene muchas y casi todas están orientadas hacia el este, hacia tierra firme, el oeste de la isla, batido de forma incesante por la fuerza del oceano Atlántico, da a mar abierto y si hay alguna playa, pequeña y pedregosa, es de acceso casi imposible salvo que dispongas de algún barco y ganas de destrozarlo contra las piedras, también hay un par de playas en la próxima isla de Onza pero sin barco... así que la opción es fácil, bajamos hacia el puerto, aprovechando para descubrir el viejo atajo que Rosa recordaba de antaño, metiendonos como no, un par de veces por senderos que llevaban a casas de isleños sin otra salida, así que nada del otro mundo, desandábamos el camino, seguimos el correcto y asunto arreglado. Al llegar al embarcadero decidimos tomar hacia la derecha, hacia la izquierda solo está un tanto lejana la playa nudista de Melide a la que ya iremos en otro rato, hoy toca tirar a la derecha, por ver de paso un poco el paisaje más turístico y popular. 
Dejamos de lado la primera playa de As Dornas, recibe este nombre una embarcación tradicional de las Rías Bajas, embarcaciones que suelen estar allí ancladas, hoy en día posiblemente en menor número que antaño, más que nada porque está justo al lado del puerto y no parece la mejor del mundo. Dejamos también de lado Area dos Cans, demasiado concurrida a esa hora de la mañana. A Ons no viene solo gente a pasar varios días en el camping o habitaciones que alquilan los isleños, también hay gente que viene de buena mañana, disfruta de la playa o de algún recorrido senderístico por la isla y regresa a tierra por la tarde con el último barco. bromeamos sobre el nombre, poniéndonos en el lugar de isleños que resisten ahora y siempre al turista invasor, y muchas veces, demasiadas quizás, un tanto descuidado, gritón y sucio:

-¿Quién va a esa playa?
-los perros esos que vienen a incordiarnos desde tierra firme
-pues nosotros no vamos ahí.


La zona de A Laxe do Crego

Seguimos un buen sendero bien acondicionado que hay por la orilla del mar, pasamos también un lugar que llaman A Laxe do Crego (difícil traducción, podría ser "la piedra del cura"), llamado así porque en unas rocas a las que según dicen se accede con marea baja a pie hay un féretro antropomorfo que según se cree pudo haber servido de tumba a algún fraile, parece ser que el nombre de esta zona da la idea a los que estas cosas estudian de que en la isla pudo haber algún pequeño monasterio o cenobio que servía de retiro espiritual a algunos monjes pero no se sabe a ciencia cierta.


Horreo de Canexol
Camino a su paso por la playa y aldea de Canexol, al fondo la isla de Onza, más atrás Cíes
Casa en Canexol

Llegados a cierto punto del camino hay un bonito horreo con algunas casas que conforman una pequeña aldea, la zona es conocida como Canexol y allí hay una playa que parece tremendamente tranquila y en la cual deseamos aposentar nuestros reales. 
Es tranquila, en toda la playa, que no es muy grande, hay un grupo de cuatro chavales, una pareja entre unas rocas, nosotros, y llegado un momento aparecieron por allí cuatro personas que cargaron unos equipos  en un pequeño barquito que apareció unos minutos después y se marcharon, supusimos que sería gente que estudia cosas del mar o algo similar, de cuando en cuando, por el camino que transcurre al lado de la playa pasa gente, poca, disfrutando del paisaje, hacen alguna que otra foto al horreo o se la hacen en él y siguen su camino, no es extraño, cada rincón de esta pequeña isla de algo más de cuatro kilómetros cuadrados kilómetros cuadrados es realmente espectacular. Lo único malo quizás es que el agua está terriblemente fría para bañarse, esto claro es subjetivo, a lo mejor para otras personas está deliciosamente... helada.

El sol se pone, como siempre, hacia el oeste, así que llegada cierta hora, aunque luzca el sol, comienza a refrescar un tanto en la playa de Canexol, así que decidimos volver de nuevo hacia el camping pero como aún hay tiempo aprovecharemos para tomar algo en la zona del puerto y ver lo que haya por allí, y hay, hay mucho para quien quiera ver y saber.

En el pueblo conocido como O Curro y que es la aldea principal de la isla paramos a tomar algo en Casa Checho, según cuentan es el establecimiento de hostelería más antiguo de la isla de Ons y así parecen atestiguarlo algunas viejas fotografías que hay en el bar restaurante con una terraza donde refrescarnos con preciosas vistas al puerto. Su propietario nos facilita algún que otro dato interesante de la isla, los cambios que hubo con el paso del tiempo, costumbres... Llama la atención un letrero en bronce que recuerda el paso del Rey Juan Carlos I por el bar en cierta fecha. 


En el frontispicio se lee: Santo San Xaquinciño da ría, dainos un ventiño en popa pra chegar a o noso porto, que temos a vela rota, esta illiña gallega, defensa da nosa ría, e devota a San Xaquín, o pai da Virxen María (suponemos que no necesita traducción)



A la salida y un poco más arriba nos topamos con la pequeña iglesia que aprovechando que está abierta visitamos, no es nada del otro mundo, una iglesia moderna y de construcción modernista consagrada a San Joaquin, en su interior hay una pila bautismal bastante grande. También hay alguna muestra de arte que se antoja quizás, para el lugar donde estamos, demasiado moderno, todo ello llama ciertamente la atención.



Es un detalle curioso, tanto la iglesia como la pila bautismal como esa Virgen del Carmen metálica que casi da la sensación de irreverente. Puedo enterarme de que en las proximidades de Canexol pero algo metida hacia el monte está la vieja capilla, con cementerio incluido, esta, de San Xaquín, es más moderna. El detalle es llamativo porque la isla, aunque en estos días, aún en plena temporada turística parezca un tanto animada, incluso de más, se está deshabitando, hagamos un poco de historia y comprenderemos la eclesial paradoja:

La isla de Ons es conocida desde los tiempos de Plinio el Viejo, que ya la denominó en sus crónicas como Insula Aunios.
Hay pruebas de asentamientos humanos conocidos en la isla desde la Edad de Bronce, concretamente un castro que conserva algún vestigio en la zona de Canexol y otro al norte de la isla en la zona conocida como A Cova da Loba.
A pesar de ser conocida, dada su incomunicación y dificultad para subsistir en ella nunca se puede decir que estuviese demasiado habitada, su apogeo fue allá por el año 1953 que llegó a tener algo más de quinientos habitantes en su censo.
La isla perteneció en un primer lugar a la realeza, algunas crónicas hablan de los "Reyes de Galicia", esto es un tanto confuso y es que resulta que en el año 899 "los reyes de Galicia" la donan al arzobispado de Santiago de Compostela, en aquel año reina por estos lares Alfonso III de Asturias (el Magno) que hasta pasados unos años no repartirá su pequeño reino entre sus hijos llegando a existir, entonces si, un rey de Galicia. Así que podía ocurrir muy bien que Alfonso III firmase algún documento como Rey de Gallaecia o cualquier cosa similar, el caso es que fue Alfonso III el que dona la titularidad de la isla de Aones al arzobispado compostelano, eso si, el número de habitantes es mínimo y lógicamente, en una época feudal no son propietarios de la tierra ni nada que se parezca, viven y trabajan para su señor, el arzobispo de Santiago de Compostela Sisnando I.
Aún así la isla, carente de buena comunicación por tierra y sin grandes riquezas que explotar nunca estuvo demasiado habitada por esa época, así, sin pena ni gloria pasan los siglos hasta que llegamos al S. XVI cuando es donada nuevamente, esta vez el arzobispado compostelano se la dona al señorío una familia noble de la localidad pontevedresa de Redondela: los Montenegro.
Según investigaciones históricas recientes puede que la tal donación no fuese tan gratuita, y es que según los estudiosos de estos temas el arzobispado de Compostela necesitaba dineros para seguir las obras de la catedral y el préstamo pudo venir de los Montenegro.
El caso es que por estos años figura en alguna crónica que la isla tiene iglesia "de San Martín", que no es la de San Joaquín que comentamos ahí arriba, lógicamente. También que en la isla se explotan algunos recursos y que los Montenegro son muy celosos de su propiedad, no dudando en empapelar a quien no cumpla sus leyes.
En los siglos que los Montenegro la tienen en propiedad no dejan de sucederse intervenciones en la isla de todo tipo, desde ataques de piratas ingleses o franceses y hasta berberiscos (para surtirse de víveres en muchos casos) hasta la intervención de las tropas napoleónicas que refuerzan sus defensas (aún hay algún resto) precisamente contra el ataque de piratas enemigos.
Y así llegamos a finales del siglo XIX que se la terminan alquilando y finalmente vendiendo ya en 1929 a un próspero médico con negocios en las conserveras y la pesca, un miembro de la burguesía de Bueu con posibles llamado Manuel Riobó. 
Manuel Riobó explota la isla todo lo que puede y más, los habitantes de la isla son simplemente colonos que al fin y al cabo así se habían considerado desde siempre, sin derecho a la propiedad, y tienen que trabajar para Riobó en explotaciones pesqueras, principalmente en la captura y venta de congrio y  cefalópodos. Todo esto genera no poco descontento y constantes enfrentamientos entre los isleños y el que a la postre sería el último señor de la isla de Ons, el descendiente y heredero de Riobó termina suicidándose, dicen que por sus ideas republicanas, al comienzo de la Guerra Civil Española y deja a la isla de Ons, por primera vez en varios siglos sin propietario. Pudiera parecer que los isleños van a ser felices y a comer perdices pero en 1.940 el gobierno franquista expropia la isla, así, sin más, y sin tener en cuenta para nada de nada la vida ni la historia ni las vicisitudes de sus habitantes, la idea de Franco era montar un entorno defensivo, supongo que contra ese contubernio judeo masónico comunista que lo perseguía, se habla de la construcción de una base de submarinos pero realmente no llega a construirse así que la isla termina siendo gestionada por el IRYDA en el que se engloba el Instituto Nacional de Colonización (vamos, que los isleños siguen siendo colonos) y el ICONA.
En el año 1.988 la gestión de la gestión de la isla de Ons es transferida a la Xunta de Galicia que no reconoce la propiedad de los habitantes sobre el suelo isleño, antes bien tiene que terminar indemnizando, tras el oportuno pleito, a los herederos de Riobó que pleitean por la propiedad desde hace un tiempo en los tribunales.
Así que ahí estamos, los isleños jamás pudieron ser propietarios de nada en la isla, simplemente colonos en regimen de alquiler y la Xunta, lejos de resolver el asunto de alguna manera se dedica a hacer dilatados estudios sobre el asunto y los tribunales de momento no reconocen a los vecinos propiedad alguna a pesar de que estos lleven años reivindicado, creo que con justicia, el trabajo, sufrimiento y sacrificio de generaciones sobre la isla.
Eso si, la Xunta de Galicia prometió hace unos cuantos años no molestar mucho a los vecinos-colonos durante 99 años. Recientemente les fue el concedido el privilegio de dejar de ser colonos y disfrutar una concesión hereditaria de padres a hijos por un periodo de 50 años prorrogables por otros cincuenta, siempre que demuestren tener alguna conexión histórica con la isla.
Así las cosas es hasta normal que la isla se vaya despoblando cada vez más. 
Es importante, creo, tener esta breve y resumida historia de la isla de Ons en cuenta, después veremos por qué.



El caso es que conociendo todos estos datos y algunos más, y allí, en la iglesia, ante su enorme pila bautismal uno no deja de preguntarse ¿para qué? Hace años que los vecinos no pueden construir casi nada, no se puede hacer apenas nada en la isla que perturbe la tranquilidad, que dañe el entorno, que afecte al ecosistema, apenas nacen niños en Ons, los funerales por lo que nos  cuentan se celebran allí pero el finado es enterrado en tierra firme salvo alguna excepción que se recuerda vagamente, así que ¿para qué semejante iglesia? ¿para qué esa solitaria pila bautismal en un apartado de ella? sobre todo teniendo en cuenta que hay una pequeña capilla un tanto apartada, pero ya la hay y que no funciona desde 1969. Uno deduce que bueno, si, se realizan oficios religiosos para turistas y para los pocos vecinos que quedan por la isla, también se celebra alguna boda de gentes vinculadas a la isla pero ¿de verdad hubo que hacer una iglesia nueva y recientemente para eso en un parque nacional? Da la sensación de que ciertas instituciones siguen teniendo demasiado poder e influencia sobre las personas a las que pagamos para que gestiones la cosa pública.


Reconstrucción de la vieja escuela en el Centro de Interpretación

En fin, salimos de la pequeña iglesia y nos metemos en el Centro de Interpretación de la Isla de Ons que está justo enfrente, lugar donde podemos empaparnos de la historia de la isla, leyendas, tradiciones y hasta supersticiones. Nos ponen un video de ocho minutos donde se explican algunos pormenores sobre el parque nacional al completo. También donde uno se da cuenta de todo lo que sus antiguos habitantes pudieron para bien y para mal vivir allí, en el centro hay algunas fotos antiguas de las gentes del lugar, rostros curtidos por el sol y el frío, manos agrietadas por el trabajo, casi nadie sonríe a la cámara salvo los niños y adolescentes fotografiados antaño en una vieja escuela. Una reconstrucción de una escuela muy humilde historias de parteras, de medicina tradicional que usaba infusiones de piel de serpiente para curar algunas afecciones... la tierra que trabajaban no era de ellos, del mar que malamente los sustentaba se llevaban otros el beneficio. Está también la lápida que cubría el sarcófago cavado en roca de algún monje enterrado entre mar y tierra, alguien quiso convertirla en pieza para una chimenea pero algún otro tuvo el buen tino de preservarla. La encargada del recinto, muy amable, nos surte a nuestra salida y ante nuestra curiosidad de más datos de la isla, de sus habitantes, de la vida allí, del turismo no siempre tan civilizado y comprensivo como debiera.
Compramos algo en el supermercado de O Curro para cenar en el camping y comenzamos el ascenso a la espera de un nuevo día.



Vuelvo a levantarme temprano y salgo a dar una vuelta por la zona alta de la Isla, me recreo fotografiando por la zona, respirando el aire puro impregnado de salitre que llega del océano que se oye rugir a un paso. 

Vuelvo al camping, desayunamos y comenzamos el descenso a disfrutar del nuevo día, esta vez vamos hacia el norte, bordeando el faro, hacia la playa de Melide, en algún lado leí que era obligatoriamente nudista, me parece un solemne disparate que obliguen a alguien a desnudarse si no quiere ¿quién lo va a hacer? ¿los nudistas? ¿un señor de la isla? supongo que es algún vestigio que queda por ahí de la época hippy trasladado a Internet. También leí que era la mejor de la isla, parece serlo.



Tras el recorrido, no excesivamente largo y casi siempre en descenso llegamos a la playa, lo único que tiene de nudista son unos rotulos pintados sobre el cemento de una escalera de acceso al arenal, por lo demas y como era de esperar hay gente desnuda y gente en bañador, alguna que otra chica en toples y otras con bikini completo, nada raro. Hace no muchos años por estas tierras empezó en algunas playas el asunto del nudismo y los aldeanos de aquel entonces perseguían con estacas y alguna que otra frisga a los pecadores que se atrevían a tales cochinadas, los tiempos cambiaron, los aldeanos entraron en razón y dejaron de hacerle caso a algún cura trabucaire que peroraba barbaridades sobre infiernos desde sus púlpitos y todo vino al buen sentido, los nudistas tuvieron sus playas donde siguen siendo felices y los aldeanos aprendieron a disfrutar de la vida como cualquiera. Uno, a la vista de lo leído en alguna que otra web sobre el nudismo obligatorio en la playa donde nos encontramos venía ansioso por encontrarse nudistas persiguiendo a los que nos da por ponernos bañador pero ni uno oye, a los nudistas les da igual que nos pongamos bañador. Lo cierto es que la playa, a pesar de lo hermosisima que es, tampoco está muy poblada, detalle que se agradece. Eso si, el agua helada, da la sensación de que hasta hay una máquina similar a una caldera de agua caliente pero al revés, una infernal máquina que enfría el agua que rodea la isla.


Playa de Melide

Pienso, como pescador que soy, que en la isla tiene que haber mucha pesca, bueno, no es que lo piense, lo se, algún isleño me comentó que estaba prohibidísimo pescar, no obstante los servicios que controlan el asunto de la pesca no suelen meterse con los isleños mientras sean discretos, pesquen para autoconsumo y no se pasen tres pueblos, otros dicen que mejor no fiarse de ese dicho, que nunca se sabe con quien puedes dar al mando del bolígrafo denunciador, el caso es que si hemos visto algún que otro aparejo de pesca pero en fin... Uno no deja de imaginarse sacando sargos, congrios, lubinas al otro lado de una caña en esas aguas frías y transparentes, imaginar no está prohibido pero unos sarguetes a la plancha a la noche en el camping seguro que entraban de maravilla.


Panorámica desde Punta do Centolo (pica para verla en grande, si la abres en otra ventana podrás verla más grande aún)

Va cayendo la tarde y el sol hacia el oeste, refresca, así que decidimos abandonar la playa y caminar, recorrer toda la parte norte de la isla, seguir caminando por la parte este hasta el norte, llegar a Punta do Centolo y volver por el oeste insular al camping. Un paseo no muy grande, no se, quizás cuatro o cinco kilómetros, se hacen un poco duros algunos desniveles si vas cargado con un equipo fotográfico y una mochila pero es llevadero, subes un poco llaneas, bajas, y vuelta a subir. En Punta do Centolo nos recreamos un buen rato con las vistas sobre el mar y tierra firme La Lanzada, Sálvora, San Vicente del Mar en el Grove; por detrás Ribeira, a Curota y a Curotiña allá por Pobra do Caramiñal; si giramos la vista hacia el sur se ven las entradas a las rías de Pontevedra, Marín al fondo; la entrada a la ría de Aldán en el Morrazo, la Costa de la Vela; al fondo Cíes.




Punta do Centolo

Después de recrear la vista un buen rato nos desviamos hacia el sur, camino del camping, mientras intento hacer unas fotos de Punta do Centolo desde cierta distancia Rosa se mete por algún camino, vuelve al poco, más abajo está prohibido el paso, hay zonas en la isla que está prohibido pisarlas, absolutamente prohibido, cuestión de nidificación de aves, me cuenta que vio algún encame de cérvidos o similares. No es imposible, algo leí de que en alguna ocasión se soltaron cervidos en la isla, no me había merecido mucha credibilidad el asunto pero podría ser. Se también que en cierta ocasión apareció en la isla un jabalí, los vecinos y los servicios de medio ambiente se reunieron rápidamente para darle caza, podría causar daños irreparables a otras especies, sobre todo si fuera una jabalina preñada, en fin, raro no sería que hubiese en la isla algún animal más grande que los conejos, las gaviotas o los cormoranes tan abundantes.




 El sol se pone sobre el Atlántico

Antes de llegar al camping un nuevo regalo para los sentidos. Los que vivimos en las Rías Bajas o proximidades estamos acostumbrados a ver puestas de sol espectaculares pero... casi siempre con islas, cabos u otros accidentes geográficos por el medio, aquí, en las proximidades ya del camping, el oceano se ve libre, el sol al fondo, a punto de irse a dormir, un espectáculo perfecto para rematar el día, casi aplaudimos allí, solos en mitad de la nada, en gallego hay una palabra muy bonito para denominar este momento: solpor, depues empieza lo que aquí denominamos el luscofusco que nos va llevando hacia el camping con esa luz azul que se va haciendo cada vez más oscura, ya no hay tiempo para acercarnos a fotografiar el faro encendido, guiando a los navegantes, cuando llegase a él sería noche completa, no sirve. Teníamos pensado bajar a cenar a O Curro pero entre que nos duchamos y tal se hará tarde, mejor nos duchamos y cenamos en el camping, mañana será otro día. Mientras cenamos decidimos que aquí se está demasiado bien, igual nos quedamos cortos a la hora de contratar días, los chavales del camping nos dicen que si, que no hay problema, el último día de camping será el domingo 17 de Septiembre, así que no habrá problema, ellos también nos gestionarán el regreso en el barco, de maravilla.


Flor de la pasión con insecto en sus labores de polinización

No me pierdo mi paseo mañanero, en este tercer día por el pinar cercano, viendo algunas casas próximas disfrutando y analizando un poco la arquitectura popular con algunos elementos que desentonan pero a buen seguro hacen más agradable la vida de los que moran aún en esta isla, se puede hacer un tanto raro ver ventanas de aluminio, un depósito de agua... pero una cosa es preservar el patrimonio y otra exigirle a las personas que vivan incómodas para que cuatro turistas domingueros nos alegremos la vista y hagamos fotos bonitas, hablo con alguno que anda por allí a sus labores, es relativamente jóven, trabaja y vive en Cangas, viene de cuando en cuando a ayudar un poco a los padres que pasan allí todo el año sin problemas "ahora con televisión y móvil estamos de maravilla" sigo mi paseo meditando como sería el asunto antaño sin más entretenimiento que trabajar, dormir, bajar a los bares de O Curro que no llevan ahí eternamente, solo desde los años cuarenta o cincuenta. Lo extraño en esas condiciones es que la isla no tuviese por aquellos años cientos, miles quizás, de niños correteando por allí, que la isla hoy no estuviese superpoblada, o se contenían mucho -discurro- a base de cansarse a trabajar o se morían mucho, que también puede ser, o se iban a tierra firme, o como muchos gallegos a Argentina, Suiza, Venezuela, Bilbao, Suiza, Barcelona... huyendo de caciques sinvergüenzas y de la miseria.

Cuando Rosa se despierta y tras desayunar para afrontar el nuevo día comenzamos el descenso, esta vez iremos de nuevo hacia Canexol pero para ir desde allí un poco más hacia el sur, según el mapa que tenemos hay otra playa que puede estar bien, nos dijeron en el camping que es la más tranquila de todas. Por la tarde podremos regresar al camping haciendo lo del día anterior pero al revés, o sea, bajando hacia el sur por el este de la isla y regresando por el oeste hacia el norte. 


El cementerio de Ons

Buscamos caminos nuevos y tras saludar al único equino de la isla, que según pudimos saber es una yegua muy amigable que se llama Careta nos dimos de bruces con la vieja capilla y su cementerio, cercado desde hace no mucho por un muro.




Demasiadas tristes y pequeñas tumbas de recién nacidos en Ons

El lugar podría pasar desapercibido, es una capilla más, un cementerio más salvo por un detalle, las edades que figuran en las viejas tumbas, a ojo de buen cubero calculamos una media de vida de cincuenta años, no mucho más, quizás algo menos, no era cosa de llevar un ordenador y ponerse con el Excel a hacer cálculos. Otro detalle revelador de la dureza de la vida antaño, sobre todo para un lugar tan pequeño y poco habitado: demasiadas tumbas de niños, de bebés incluso.
A la salida del cementerio hay un cartel que habla de que es una zona protegida para anfibios, no hay laguna alguna ni nada que se parezca pero suponemos que quizás con las lluvias invernales se forme, no sabemos, lo que si vemos en la zona son nuevos encames, claros, de animales más grandes, algún tipo de cérvidos, no creo que sean jabalies, el jabalí es más de ocultarse en sitios más inaccesibles aunque bueno... aquí no hay cazadores, así que vete a saber, no obstante me parecen más encames de cérvidos, trato de buscar pelo de algún animal pero no hay, o no lo encuentro, un misterio. Un ciervo o un corzo en la isla se vería, casi toda la isla es monte bajo, alguien los tendría visto, fotografiado incluso, igual hay pocos, un par de parejas, a saber. Habrá que ir atento en nuestras caminatas por si aparecen.


Viejo arte para la pesca del pulpo

 El viejo carro ya no canta en la isla de Ons.

Seguimos hasta el camino que bordea la costa este de la isla, que por cierto, no se me vaya a olvidar, es la parte habitada, en la vertiente oeste no hay casas, es lógico, allí los vientos y el batir del mar son considerables, este lado es mucho más confortable, mientras caminamos vamos encontrando algunos elementos etnográficos que aún conservan los vecinos con cierto mimo, el viejo carro de vacas, algún arte de pesca en concreto usada para la pesca del pulpo y... en un trastero que está abierto hay unas ruedas de una moto, pequeña, pero moto al fin.
Somos moteros y claro, nos llamó la atención, hace dos días mientras estabamos en la playa de Canexol vimos pasar por el camino una moto pequeña, tipo cross o enduro, sonaba a una setenta y cinco centímetros cúbicos, iban en ella dos hombres. No hicimos más caso pero empezamos a elucubrar con la idea de vivir en la isla y poder tener moto, no es muy grande y a poco que te descuides en una largada de acelerador igual te caes al mar pero... una cross, una enduro... podrían estar bien, sería divertido dar unas vueltas a la isla de cuando en cuando en una enduro, seguro que está prohibido o algo así. Sabemos que el uso de vehículos está bastante controlado pero ¿se podrá tener una moto alegremente en la isla? habrá que averiguarlo.



Llegamos a la playa de Pereiró y la verdad, no es la mejor playa de la isla, el acceso está incluso un tanto oculto a la vista (tuvimos que preguntar en una casa), pero eso si, tranquila como ninguna, en todas las horas que estuvimos solo tuvimos durante un breve rato la compañía de otra pareja que se puso en la otra punta de la pequeña playa y la de un pequeño número de gaviotas, nadie ni nada más. Ya hemos dicho que el agua está helada en Ons, pero bueno, siempre puede haber algún valiente que le guste así, en todo caso no es la mejor playa para tomar un baño, mejor cualquiera de las otras, esta está a rebosar de algas hasta la orilla, supongo que alguna corriente las trae allí y no las deja salir.

Cuando el sol comienza a caer hacia el otro lado de la isla y comienza a refrescar es hora de levantar el campamento y caminar. Hoy la caminata es algo más larga, quizás casi el doble que la de ayer aunque aparentemente y según lo que sabemos más espectacular.



Cuando vamos llegando a la Punta de Fedorentos, curioso nombre y a saber por qué la llaman así y es que fedorento es algo o alguien que huele mal y la verdad, nada huele mal por allí, nos encontramos un pequeño bosque de pinos ya altos, en algún que otro lugar vuelve a haber la consabida advertencia de lugar protegido para cría y reproducción de anfibios que ya vimos más veces por la isla pero también hay, en lo alto de los pinos, nidos para murciélagos, no tenía ni idea de que se podían construir casetas nido para murcielagos. Uno tiene un niño, travieso además, dentro, me cuesta lo suyo no tirarle chinitas a las casetas para ver si salen los murcielagos pero mejor no, seguro que está prohibido, me pilla un guarda y encima no sale el murciélago.


Paisaje desde el Mirador de Fedorentos

Llegamos al mirador de Fedorentos y de nuevo la naturaleza obra el milagro de maravillarnos, la pequeña isla de Onza allí, a un paso, unas millas más atrás las Cies, al fondo se adivina Monteferro, Baiona, más hacia nosotros la Costa de la Vela. A nuestros pies, justo debajo, en lo que parece un acantilado y no vemos, hay una furna y una playa, furnas son en nuestro idioma agujeros, cuevas, excavadas en las rocas por la fuerza del mar, ambas inaccesibles salvo teniendo un barco y con los permisos pertinentes (no se puede anclar sin permiso en el parque nacional).
Tras disfrutar del lugar un buen rato seguimos caminando, nos desviamos hacia el lado oeste de la isla y la espectacularidad del paisaje vuelve a sorprendernos, si el mar, las islas y la costa son hermosas la vista desde aquí sobre la orografía de la isla y sus límites marítimos no lo son menos.


Isla de Ons desde su punta sur, desde el Mirador de Fedorentos

Al poco de caminar llegamos al Burato do Inferno (agujero del infierno) no es más que eso, un agujero excavado en la roca por la fuerza del agua del mar, una de esas furnas de las que os hablé antes pero bastante considerable, y es que el Burato do Inferno tiene de caida aproximadamente 45 metros, que no es moco de pavo, y de desarrollo horizontal que dicen los expertos, 122 metros, o sea, que lo que sería la cueva inferior se adentra desde el mar 122 metros en tierra metiendo agua por un estrecho pasadizo que después sube en vertical 45 metros.


Entrada a la sima

Cuentan que antaño se escuchaba con mucha nitidez el rugir del mar en su interior, sobre todo los días de tormenta, vendaval y sobre todo de mala mar. Este sonido dio lugar a inumerables leyendas relativas a todo tipo de supersticiones, desde que por ese agujero salía la Santa Compaña que recorría la isla en las oscuras noches invernales hasta que el agujero, de ahí su nombre, comunicaba directamente con el mismo infierno, siendo los rugidos que se escuchaban las almas de los pobres atormentados que allí padecían eternamente.
De repente un día no hace muchos años se dejaron de escuchar los rugidos de los condenados ¿qué había pasado? pues nada sobrenatural, más bien al contrario, lo más natural del mundo, del techo de la cueva se habían caido un grupo de grandes piedras por acción de la erosión constante del oceano  que obstaculizaban la entrada de agua y esta producía menos ruido, aunque eso si, aún se escucha algo, si el viento arriba lo permite claro.



Cruces en las proximidades del Burato do Inferno (pica sobre ellas para verlas en grande)

En las proximidades del Burato do Inferno hay un par de cruces, hay gentes que dicen que se pusieron allí en memoria de marineros fallecidos haciendo su labor, otros sin embargo cuentan que fueron almas piadosas quienes las mandaron colocar intentando calmar el sufrimiento de los condenados a arder eternamente en la Gehena (igual por eso se cayeron las piedras que obstaculizan hoy en día la entrada del agua en la gruta, vete tu a saber).
Ensenada de Caniveliñas desde el sur

Después de haber disfrutado a fondo del lugar seguimos nuestra caminata hacia el camping disfrutando, como no, nuevamente, de la espectacular vista sobre la ensenada de Caniveliñas desde su lado sur. Llegamos al camping justo a tiempo, falta poco para la hora azul que decimos en fotografía, o ese luscofusco en gallego tan hermoso para según que fotografías, una lástima que no esté el cielo como en otros ratos, lleno de nubarrones negros, de esos que amenazan tormenta, seguro que las fotos del faro hubiesen quedado espectaculares pero... otra vez será.




Bajamos de noche al pueblo, con una linterna, no es que sea imprescindible pero si necesaria, facilita mucho el caminar de noche, la isla, por razones evidentes, está muy poco iluminada, en los alrededores de alguna casa, en O Curro, y poco más, el resto oscuridad casi total de no ser gracias a las estrellas y la luna.

Cenamos en casa Checho, por probar la gastronomía tradicional de la isla y su pulpo o caldeiro, que no es otra cosa que pulpo con ajada pero bueno, es tradicional en la isla y no es cosa de irnos sin probarlo. La cena está deliciosa, sobre todo cuando se riega con un buen albariño. Extrañamente el restaurante está muy animado, hay mucha gente, casi más que la que suele verse por el día. En una mesa hay unas chicas que parecen estar celebrando algo, todas vestidas de marineras, en otras grupos de gente que parecen también celebrar sabe dios que cosas, que raro.
Cuando estamos con los cafés escuchamos en la zona de bar una suerte de sonido discotequero con música de esa horrible que ni se que es, decidimos meternos en el asunto, hemos deducido que a lo peor, como es el ultimo día que se puede estar en la isla (después dejaran de venir los barcos salvo algún fin de semana más), la gente de tierra ha venido aquí a correrse una juerga por hacer algo fuera de lo común, cada cual a su rollo.
Pedimos un par de copas y nos reimos un poco con el ambiente, no obstante no lo vemos muy... normal, mucha peña bailando con ropas extrañamente muy de ciudad, mucho pijerío, está todo muy fuera de lugar, aún así nos reimos un poco con la peña (que no de la peña). Hay bastante gente que se nota pasada y bien, de cocaína, la agresividad flota en el ambiente, dos tíos están muy broncos fuera del bar, sabrán ellos por qué, tras otra copa de licor café decidimos largarnos al camping, para ir de juerga discotequera nos hubiesemos ido a Sanxenxo, no a la isla de Ons, además de que no es lo nuestro cada lugar tiene su aquel, y el aquel de la isla de Ons no nos parece que sea este tipo de juerga, además, sabemos que hay gente en casas próximas y seguro que este barullo no les agrada en absoluto. Supongo que para Casa Checho es un beneficio pero la verdad, no mola, no mola nada, al menos a nosotros.


En un lugar así una discoteca cutre es de mal gusto.

A la mañana toca empaquetarlo todo de nuevo en las mochilas, tras hacerlo y mientras desayunamos hablamos con el personal del camping que está atendiendo el bar sobre cosillas de la isla y de los isleños, les pregunto por el tema de las motos, que le llevo dando vueltas estos días, desde que vi a los dos tíos en la moto aquella por Canexol, nos cuentan que efectivamente el uso de vehículos a motor está muy controlado en la isla, vamos que los puedes usar pero siempre de forma justificada, ellos mismos tienen un vehículo para servicio del camping, para traer cosas del puerto y llevarlas pero no pueden darse una vuelta por los caminos isleños alegremente sin motivo ni razón, los únicos que pueden hacer eso son los isleños para hacer labores en alguna finca, el personal de la Xunta y la guardería forestal y poco más para arreglar senderos o hacer otras labores propias de su oficio, vigilancia y cosas así, pero el caso es que si, que en la isla hay dos motos, y sus propietarios en cierta ocasión -nos cuentan- algo que a cualquiera podrá parecernos increible ¡se dieron un sopapo uno contra el otro mientras las conducían! No les pasó nada (menos mal) pero si, se ve que iban algo despistados tirando a bastante y se dieron una piña sin mayores consecuencias. Tomamos nota, si dos motos en una isla se pegan el castañazo entre ellas hay que tener mil ojos en tierra firme ¿no?

Tras despedirnos y agradecer sus atenciones al personal del camping bajamos a O Curro, la idea es simple, comer algo en el otro restaurante de la isla, en la Casa Acuña y disfrutar de una tarde playera en la playa más popular, la única que no estuvimos hasta el momento: Area dos Cans, pero más que nada porque no tenemos ganas de ir muy lejos, es una playa y nos vale para esperar plácidamente el barco que al atardecer nos llevará de nuevo a Bueu, porque haya un poco de gente y algo más de ruido no nos vamos a morir. En esta ocasión y ya con la isla conocida no había necesidad de hacer experimentos, así que aprovechando que en el camping hay un servicio de carritos para bajar y subir equipajes lo utilizamos, el sistema es gratuito y al menos para bajar cómodo (para subir ya no estoy tan seguro). En el Camping te ceden el carrito y depositas 10 euros de fianza, bajas tus cosas con él al supermercado de Casa Acuña y allí, si lo necesitas te las guardan todo el día de forma gratuita, si llegaste con el carrito en buen estado (y no hay porque no llegar) te devuelven los diez eurillos.

Dimos una pequeña vuelta por los alrededores, en una pequeña ruta que en el mapa viene indicada en rojo y mira tu, que a parte de los dos citados a la isla llegan, de un modo u otro más moteros, seguro que a algunos les suena esta bandera que portaba un catamarán que estaba anclado en las proximidades del puerto, sobre todo aquí por Galicia:


Who The Fuck is El Solitario?

Después de la pequeña ruta pedestre que nos sirvió para abrir el apetito decidimos degustar el buen hacer culinario de Casa Acuña donde además de atendernos muy bien pudimos contemplar algunas fotos de como era la vida antaño de las gentes de la isla, las zamburiñas deliciosas igual que la fritada de pescado que nos metimos entre pecho y espalda, para finalizar sabrosos postres caseros y un buen licor café y todo ello sin hacer un derroche monetario excesivo, a un precio justo vaya.

Playa Area dos Cans

Y después, bien comidos, a reposar hasta la hora de partir a la cercana playa de Area dos Cans. Hay un grupo de críos con sus padres por allí jugando a la puñetera pelota, no dejo de acordarme de aquella canción de Serrat, creo que se titula "esos locos bajitos" y en algún párrafo dice aquello de "niño, deja ya de joder con la pelota..."



Y como todo acaba lo bueno también, llega la hora de partir pero mira tu, hasta en eso tuvimos suerte, el barco que nos lleva de regreso, bastante más lleno que cuando vinimos ya que tiene que irse casi todo el mundo de la isla (y hay dos barcos más recogiendo gente en el muelle), nos va a regalar un recorrido más amplio: iremos a Portonovo donde dejará un grupo de gente y después a nuestro puerto de retorno en Bueu, perfecto.





Y ya puestos a tener una buena despedida ahí está, en el agua, con su dorna, un marinero de esos de toda la vida, de allí de Ons, con el rostro curtido por el viento y la ropa ajada de trabajar en el mar, un marinero de esos que si te imaginas a un viejo marinero lo imaginas a él, supongo que está esperando, pacientemente, a que nos vayamos, de una vez, todos los turistas y viajeros, para amarrar su barca y volver a la vida tranquila que quizás lleva a diario, a veces ríe por algo que le dicen los pasajeros del barco donde ya nos encontramos, otras maniobra con un par de golpes de remo hábiles su embarcación, siempre sereno y tranquilo. Espero que no se moleste por que le haya tomado estas fotos, por la distancia y el ruido no pude decirle para que eran, posiblemente ni se dio cuenta de que se las tomé. Si alguien lo ve y se las muestra y no está de acuerdo las quitaría (sería una pena) si está de acuerdo y además le gustan no tendría inconveniente en regalarselas, solo deseo que sirva él como despedida a esta hermosa isla y como pequeño homenaje a los que en ella y por ella lucharon, vivieron, amaron y murieron, con la esperanza de que alguien, en nuestro tiempo, atienda sus viejas reivindicaciones que a buen seguro se ganaron a pulso y por ello, si hay justicia, les han de corresponder en Derecho.

Para finalizar solo decir que hay algunas fotos más, puedes verlas picando aquí, en caso de que el enlace falle pica o copia y pega en tu navegador el siguiente enlace:

https://photos.app.goo.gl/XykqQXeUBaPqRMr12

Y a ti, estimado lector, solo pedirte que si crees que este reportaje puede ser útiles a otras personas, interesadas quizás en conocer un lugar no tan lejano de nuestras Rías Bajas, no dejes de compartirlo en las redes sociales. Gracias.

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